Él pensaba guardar el obsequio para una ocasión especial, pero entonces todo cambió, llegó un amigo y eso le inspiró recodar que precisamente no era un hombre de bodega. Con unos tragos de este néctar se dieron cuenta de que el mundo podía ser de ellos y salieron a conquistarlo. Afuera les dio el aire fresco de golpe, y el no haber comido antes no fue una buena idea. La cabeza le entró a dar vueltas y lo primero que pudo ver fue a su amigo Chalazio meándole el auto al gentil vecino. Y de camino al centro comercial, donde todo era vidrieras y neón:
- ¡Bueno, bueno, bueno! ¡Que suerte tiene uno de encontrase con dos ninfas fuera del bosque! - Comenta Caldera.
Ellas apresuraron el paso. El segundo borracho redobla con una barrabasada y una de ellas le vacía un gas pimienta en la cara. Las luces de la ciudad se le fueron apagando lentamente al igual que sus gritos lamentables. Caldera avistó la fuente en la plaza que le calmara el ardor de Chalazio. Mientras este idiota se sumergía en su oasis (que fue para peor), a Caldera se le dio por exhibir un poco de su destreza escalando la palmera más alta de la ciudad.
- ¡Mirame Chalazio!¡Mirame! - Fue cuando dio un movimiento en falso y cayó de parado. - ¡Mis piernas! ¡Mis piernas! - Aullaba.
Empapado, ciego y desesperado Chalazio preguntaba:
- ¿Donde estás Caldera? ¿Qué te pasó?
- ¡Ay! ¡Mis piernas! ¡Mis piernas! ¡No puedo caminar!
- ¡Tranquilo, voy en tu ayuda!
Les llevó unos minutos encontrarse.
- ¡Tranquilo hermano, juntos vamos a salir de ésta! ¡Ahora yo voy a ser tus piernas y vos vas a ser mis ojos! Esa especie de tótem que habían formado deambulaba destartalado por la ciudad.
- ¡Arre Chalazio, Arre! ¡Desde acá veo la cúpula! ¡Vamos que estamos cerca, hay que aguantar un poco más!
…Y entraron en plena misa.
- ¡Que se abran las aguas! ¡Somos los elegidos del Señor!
Las viejas horrorizadas se persignaban ante tal espectáculo. El cura quiso detener el escándalo pero nada pudo impedir que el tótem arribe al campanario. Desde las alturas de la cúpula y al anuncio de las campanas, se les abrieron las puertas del cielo.
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