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LA BUENA VIDA

  En un mundo de sensaciones, la verdad es para uno mismo. 

  Cargaba con cinco víctimas fatales antes de conocerlo. En el intento de ganarme la buena vida sabía casarme con magnates solterones y solitarios. Luego los conducía lentamente a la muerte por envenenamiento y mientras padecían entre sus delirios, los inducía a tramitar mi sucesión. Pero Garibaldo... Fue quien me pudo... 

  Escapándole a la policía entré de lleno en su casilla. Él se encontraba justo en el momento de soplar las velitas de su cumpleaños en total soledad. Los dos nos asustamos y gritamos cuando chocamos en la penumbra. Le dije que habían intentado robarme, que estaba aterrorizada. Él me calmó y cuando encendió la luz contemplé su situación precaria, aunque confusamente me invadió la acogedora sensación de un gorrión que me ofrecía refugio. 

  Generamos amistad y comencé a visitarlo a diario. De a poco y sin darme cuenta, me desconocía actuando bajo los efectos de su hechizo inocente. Supe que su único deseo era ser feliz, se le había escapado en voz alta el día que nos conocimos, eso me impresionó porque casualmente coincidía con el mismo deseo que tuve alguna vez y que ya casi para esa altura lo tenía en el olvido. Su sustancia en mí activó el milagro. Invertí toda mi fortuna y mi logística asesina en actores que le forjaran sus sueños hasta que no le quedara uno por cumplir. Desde ahí hasta hoy encontrábamos la alegría en las sutilezas de los pequeños momentos. Fuimos felices cumpliendo nuestro deseo. Y hablo en pasado... Porque de imprevisto, La Dama Oscura acaba de cobrarme sus antiguos favores llevándose a mi único y verdadero amor. Por eso es que escribo débilmente estas últimas líneas mientras espero que haga efecto mi sentencia… De tal manera, finalmente… Podré partir a su lado… El tiempo es un sabio que se toma el atrevimiento de ensamblarlo todo...

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