Hasta que un día cerraron La Calesiteca, y amarga fue la pena en el pecho de nuestro Dito cuando vio el tranvía desarmado y sin vida en un flete. Él bajó aturdido del 4L que conducía su madre y corrió a preguntarle a Don Braulio que había pasado. Aquel viejo melancólico le respondió que ya no podía seguir pagando el alquiler y que estaban por demoler todo para abrir un banco.
- ¿Y a dónde llevan el tranvía? - Le preguntó Dito apenado.
- A Vía del parque, al cementerio de calesitas – Le respondió el viejo, mientras se acomodaba el pañuelo que rodeaba su cuello.
El tiempo pasó, el banco Procrear siguió ahí y Dito a sus treinta y cuatro años de edad, en una madrugada, fue a ver si aún existía tal cementerio de calesitas en Vía del parque. Preguntó por todos lados hasta que un linyera supo decirle que había un chatarrero a unas cuadras, que podría ser ahí. Dito dio con el lugar que resultó ser un baldío habitado solamente por un basural metálico. El jueves era gris y la garúa daba contra el óxido, los yuyos y los tréboles, él estuvo un rato revolviendo entre la chatarra hasta que al fin encontró la locomotora, los tres carritos, más algunos tramos de vía, con eso le alcanzó para rearmar un semicírculo y presentar el tren. Y entonces, cuando se desmoronó sobre su cochecito azul, se encendió lalocomotora que inició su marcha a todo vapor. Al finalizar el paseo, su madre cerró la revista y le extendió su mano, mientras Don Braulio y los niños jugaban felices en la calesita. Por eso es que desde aquel entonces no ha cesado la garúa en Vía del parque.
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